Frente a la crisis económica, social, sanitaria, política y cultural a escala global/nacional/ local producto de la Pandemia por COVD 19: un llamado a tejer alternativas populares.

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La región del NOA es una de las regiones del país en la que en estos últimos años se ha incrementado las desigualdades, violencias, discriminación, pobreza y la desocupación. Devastado por las políticas de ajustes, desfinanciamiento de lo público, endeudamiento, la precarización laboral y la explotación de los territorios, así como el uso indiscriminado de los recursos naturales por el productivismo y consumismo desenfrenado. 

La emergencia sanitaria declarada por la OMS como pandemia por la propagación global del Covid-19 derivó en la medida de aislamiento social, preventivo y obligatorio establecido por el PEN mediante decreto 297/2020 con la finalidad de evitar que se propague en nuestro país. En consonancia, las universidades dispusieron la suspensión de las actividades presenciales en las instituciones proponiendo un plan de acompañamiento y continuidad pedagógica en forma virtual; instando a la utilización de herramientas tecnológicas accesibles, con la finalidad de mantener el vínculo docente-institución-estudiante y en un marco de contención que permita, a través de la modalidad a distancia, realizar el desarrollo de los contenidos mínimos de los espacios curriculares de cátedras.

Por estas medidas, surgieron debates e intercambios en la comunidad universitaria. Por un lado, quienes afirman que es necesaria la continuidad pedagógica como acompañamiento en el proceso de enseñanza – aprendizaje a distancia, adaptando a la virtualidad contenidos y formas de dar la materia “sosteniendo” el vínculo docente-estudiante-universidad. Por otro lado, quienes consideran que es un escenario excepcional por lo que el sistema educativo debiera parar, así como otras áreas, por ejemplo, la economía, justicia, el trasporte, las actividades culturales, deportivas y religiosas, entre otras; plantean no hay condiciones estructurales que aseguren la igualdad de oportunidades para continuar con un proceso pedagógico a distancia y en forma virtual. Se cuestiona las medidas, considerando que se afinca en la cultura neoliberal y el mandato de productividad, el miedo a la pérdida del año, los resultados y los productos.

Más allá de los debates, docentes – estudiantes – universidad, estamos siendo protagonistas de una crisis por la emergencia sanitaria, viviendo el dolor y sufrimiento social de la humanidad desde casa. Es un contexto difícil para todxs y tan desigual para algunxs. Asistimos a un cambio estructural del sistema mundo, y en esta coyuntura, nuevas formas de enseñar -aprender en la educación universitaria se están planteando.

De repente, el encuentro presencial con otro/a se tornó peligroso para la salud, el trabajo se entramó con lo doméstico, la docencia en una actividad administrativa burocrática, asistiendo a instituciones y estudiantes con recursos propios. En simultáneo, nos descubrimos llevando adelante un proceso de aprendizajes de virtualización de contenidos y dictado de clases, lo que significó la reorientación de los contenidos de la enseñanza y los vínculos pedagógicos en línea. Atravesados por la masividad que es una característica en la carrera. Los grupos WhatsApp se emplean y configuran como estrategia para habitar el aula.

En el marco de la virtualización, las clases y los vínculos pedagógicos en línea, nos encontramos con realidades que evidencian las desigualdades sociales en los territorios. Estudiantes que viven en contextos de riesgo social, pobreza, desocupación, trabajo precario, sin servicios de salud y sin acceso a internet. El 80% de nuestros estudiantes utiliza el celular como herramienta para la realización de las actividades académicas requeridas por las cátedras. Hay casos en los que se cuentan con computadoras, pero las tienen que compartir con otros miembros de la familia, el uso de los datos de internet es reducido, por lo cual muchas veces no les permite bajar materiales teóricos, las memorias de los teléfonos colapsan por consignas, trabajos prácticos, audios, videos, videollamadas, clases virtuales en plataformas, etc.
En este momento de la historia, se hace más difícil aprender y enseñar. El tiempo se interrumpió; literalmente se paró. La incertidumbre propia de un momento histórico nunca antes vivido interpela, sacude, duele e insta a pensar, ¿cómo ejercer la docencia en trabajo social entre la cuestión social y la cuestión educacional?, ¿continuar con el acompañamiento pedagógico en tiempos de pandemia convierte a los docentes y estudiantes en sujetos productivos, que desean aferrarse a la lógica de la normalidad que el modelo neoliberal construyó? ¿es un delirio los esfuerzos de docentes y estudiantes por continuar enseñando y aprendiendo en un contexto donde se agudiza la zozobra por el encierro y la pandemia tanto como el deterioro de las economías familiares?

En el NOA, las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio y la parálisis de la actividad económica formal y no formal, por un lado, atenuaron y evitaron el colapso del endeble sistema de salud pública al cual los sectores populares mínimamente acceden. Por otro lado, al excluir los servicios esenciales, estas medidas tienen sus consecuencias sociales, psicológicas, y económicas en la sociedad. En algunos pueblos y barrios del interior profundo, el cerramiento de los accesos y las instituciones se ha convertido en una oportunidad para el retorno de prácticas de disciplinamiento, control, discriminación y criminalización de la ciudadanía. Instaurando el miedo como instrumento para sujetar y detener a la población en sus casas se ha constituido en la única forma de afrontar la pandemia limitando enfoques de construcción de alternativas.

La discriminación y criminalización son prácticas que desnudaron las formas de un sentir-pensar-actuar común dando cuenta de la fragmentación y fragilidad de los vínculos sociales y comunitarios; en un tejido dañado por la virulencia de la maquinaria neoliberal que ha atravesado todos los ámbitos de nuestra vida para manifestarse con crueldad en los espacios microsociales: de los vecindarios y ciudades. Asimismo, y guiados por estas lógicas excluyentes, algunxs funcionarixs provinciales han tomado decisiones en contra de ciudadanos varados en otras provincias, entre ellos obreros golondrinas que se vieron obligados a suplicar una cuota de dignidad para regresar a sus hogares. Todo esto vuelve a plantearnos la necesidad de un Trabajo Social que, posicionado en su compromiso con los derechos humanos, denuncié cualquier violación y planteé estrategias de recuperación del sentido. Revisar la significación de lo social y lo comunitario es fundamental para hacer frente a las consecuencias y efectos de esta crisis.

En este periodo de cuarentena, se han profundizado rápidamente las desigualdades y las problemáticas sociales. Con el cierre de los comercios y las empresas, se encuentran en las calles nuevos trabajadorxs despedidxs o con sus haberes suspendidos. La desocupación se incrementa frente a la incertidumbre y la emergencia de necesidades urgentes para la sobrevivencia, se adaptan las formas conocidas de laborar y en su lugar se emplea el trabajo express y el teletrabajo. Además de los abusos arriba consignados, recrudece el autoritarismo en el poder político y policial bajo el argumento de control se vigila y eventualmente se castiga. La discriminación por razias y xenofobia en los barrios, la violencia de género y femicidios, el abandono a los adultos mayores, el abuso y agresión a niñas, niños, adolescentes y jóvenes, el desabastecimiento de alimentos, incremento y la especulación de precios en las localidades, son expresiones de este tiempo “excepcional”.

Frente a esta nueva cuestión social y educativa ¿cómo ponerse –docentes, profesionales, estudiantes de Trabajo Social- a disposición, en forma solidaria y activa con los pobladores que requieren de nuestro apoyo, más allá de que las instituciones desde donde intervenimos estén cerradas y deshabitadas?, ¿Qué estrategias de intervención pensar en territorios/cuerpos/emociones devastados, con sujetos y comunidades encerradas, atravesadas por el miedo, el control y la vigilancia?

Sin dudas este escenario nos desafía a retomar, resignificar y recrear la dimensión profunda del sentido de nuestras prácticas y procesos organizativos en función de otro modelo civilizatorio, que reemplace el modelo vigente, cuya crisis se agudiza con en el marco de la emergencia sanitaria.

Este contexto nos obliga a senti-pensar/nos no solo como docentes, trabajadores sociales y estudiantes, sino también como sujetos - cuerpos-emociones, y territorios en los territorios: sus vínculos, lazos y la red de relaciones sociales, organizaciones y movimientos en un sentido de totalidad andante.

Creemos que es necesario disputar el modelo de sociedad y educación a la que aspiramos desde la ética del cuidado. En algún punto, habría oportunidades y desafíos de enseñar a aprender Trabajo Social, críticamente desde un pensamiento situado a partir de situaciones concretas, que se vivencian en la vida cotidiana en la familia, la comunidad y el territorio donde se habita, en este tiempo de aislamiento, dando cuenta de que no hay una única forma de pensar/ver/percibir el mundo.
En este sentido, consideramos que nuestros desafíos y propuestas hoy como docentes y trabajadores sociales del NOA son:

Comprender críticamente el modelo civilizatorio actual, su dimensión simbólica y cultural como productor de subjetividades y en su capacidad colonizadora de sentidos a partir de una racionalidad individualista, competitiva y consumista. Ello nos permitirá construir otra visión del mundo, otra ética y otras subjetividades desde propuestas políticas y acciones solidarias y colectivas centradas en el bien común y la comunalidad como forma de vida y resistencia.

Analizar críticamente los modelos de intervención que se están aplicando ante la pandemia en los territorios. Proponer estudios que permitan identificar las situaciones de vulnerabilidad social, qué impactos provocan y estrategias se pueden diseñar para evitar la profundización de las desigualdades en las comunidades urbanas y rurales, indígenas, campesinas características de la región.

Pensar a la formación en términos de contribución ético-política, para la construcción con y desde lxs otrxs, de una nueva subjetividad popular, que albergue nuevas ciudadanías desde las trincheras. En tal sentido, es necesario poner en juego la imaginación política, ética, sociológica para reinventar prácticas personales y sociales basadas en las prácticas colaborativas y comunitarias.

Pensar estrategias de intervención desde una noción de territorialidad más amplia, buscando alternativas para apoyar en la organización de la comunidad desde lo microsocial. Sobre todo, para estar alertas y atentos en la defensa y reivindicación de derechos ante abusos en el ejercicio del poder.

Visibilizar en la comunidad prácticas alternativas de solidaridad, ayuda mutua y participación social generadas durante esta crisis, para poder proyectarlas como prácticas democráticas y democratizadoras que se llevan a cabo desde el paradigma de la colaboración, cooperación y cuidados. En este sentido, proponemos un Trabajo Social que actúe/ piense desde la retaguardia con y desde los sectores populares diversos que hacen su propia historia al andar.

Retomar los vínculos con lxs referentes institucionales y de organizaciones sociales para aportar sobre las nuevas formas de construcción de procesos organizativos, de resistencia y re-existencia más allá de las lógicas neoliberales que instan a pasar la crisis en soledad y abandono.

Propiciar una red de abordaje territorial conjuntamente con lxs estudiantes para el diseño de diagnósticos participativos a partir de sus vínculos y redes territoriales más cercanas para hacer visible los impactos en la sociedad las medidas que se van tomando en tiempos de aislamiento y cuarentena.

Promover instancias de políticas de cuidados entre el saber científico y el saber popular para construir respuestas dinámicas en el manejo de la crisis. Para reducir el impacto psicosocial y las situaciones de estrés colectivo que se están viviendo a nivel individual, familiar y comunitario.

Ante los constantes intentos del capitalismo académico de privatizar la educación, creemos que es la defensa de la educación pública, gratuita, laica y de calidad la que está siendo.

Es momento de construir respuestas creativas para acompañar las situaciones sociales y de emergencia que están brotando, propuestas para descolonizar, despatriarcalizar las formas de concebir las relaciones sociales.

Estamos viviendo un cambio de época que puede constituir una oportunidad para que –desde el Trabajo Social - impulsemos con mayor fuerza el desmonte de las lógicas y patrones culturales capitalistas, patriarcales, extractivistas, individualistas, racistas, coloniales y que desde las prácticas solidarias podamos construir espacios, propuestas, proyectos, programas que protagonizados por los sectores populares se constituyan en los nuevos referentes de otra manera de vivir, ser y estar en el mundo.


18 de Mayo 2020, Fase 4 del Aislamiento social, preventivo y obligatorio.
Unidades Académicas de Trabajo Social del NOA: UNCA, UNLAR, UNSE y UNT.

Reflexiones de docentes e investigadores de Trabajo Social del NOA1


1El presente documento expresa la opinión de la Regional NOA - Fauats