Manuel Belgrano y su vinculación con Catamarca

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Marcelo Gershani Oviedo

Escribió el historiador Guillermo Furlong, que quizás a ninguno de los hombres de Mayo pueda aplicarse justicieramente, como a Manuel Belgrano, aquellos tres calificativos que en el pensar de los doctos y en el sentir del pueblo, expresan lo que fue George Washington: “El primero en la paz, el primero en la guerra, el primero en el corazón de sus conciudadanos”.

En este mes tan especial, vinculado a la memoria del general Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, en el que recordamos los 250 años de su nacimiento y el bicentenario de su muerte, nos referiremos a algunos de los vínculos que el Creador de la Bandera mantuvo con nuestra Catamarca.

Partiremos de nuestras investigaciones realizadas en el Archivo Histórico de Catamarca, en busca de referencias a Manuel Belgrano en la documentación local. Consultando las actas capitulares advertimos que en la sesión del 7 de noviembre de 1812 se trata un pliego que Manuel Belgrano envió a nuestro Cabildo, fechado el 28 de octubre. En ese escrito, Belgrano solicita “se proporcione todos los medios más conducentes a que en este vecindario se practique la fábrica de pólvora que a más de ser precisa en las actuales circunstancias será útil al país”. El Cabildo acordó “que a la más pronta solicitud se llamen a todas las personas que han sabido maniobrar la pólvora y se les imponga de los ventajosos efectos que contraerán a la Patria y a sus individuos emprender la fábrica de ella”. Félix Plá, miembro del Cabildo, se hará cargo de este pedido del Creador de la Bandera.

En el mismo escrito del 28 de octubre, Manuel Belgrano pide al Cabildo que “influya cuanto esté de su parte a fin de que los señores Curas Párrocos prediquen e ilustren a sus feligreses inspirándoles las mejores ideas de nuestra Justa Causa”. En este sentido se resolvió solicitar “a todos los Curas Párrocos… pongan inmediatamente en práctica la ilustración de sus feligreses en los fundamentos centrales, del sistema que se apoya en tan poderosas razones”. Se observa aquí cómo se apelaba a la influencia de la Iglesia para justificar las bondades de la causa revolucionaria e independentista.

Es importante señalar que el historiador Gerardo Pérez Fuentes, autor de valiosos aportes sobre este tema, afirma que Manuel Belgrano tenía amistad con un referente político en Catamarca: Feliciano de la Mota Botello. Luego de los sucesos porteños de mayo de 1810, fue designado Comandante de Armas por la Junta Provisional Gubernativa. Poco después ocupó el cargo de Teniente de Gobernador y más tarde, Gobernador Intendente de Tucumán, con el apoyo de Belgrano. Mota Botello fue el hombre más poderoso de la política lugareña luego de la Revolución. Apenas asumió el poder se dedicó, junto a aliados y parientes, a organizar la contribución de Catamarca a la obra emancipadora. De hecho, el mencionado Félix Plá, encargado de la fabricación de pólvora, era su concuñado.

La participación de catamarqueños en la Batalla de Tucumán, donde el general Belgrano resultó victorioso, es para destacar. Bernardino de Ahumada y Barros encabezó la división local compuesta por más de 250 hombres y 300 mulas y llegó el mismo 24 de septiembre al campo de batalla tucumano, con el tiempo justo para participar de ese histórico enfrentamiento. Cuando Ahumada y Barros le escribió a Belgrano anunciándole la incorporación de los catamarqueños a su ejército, el general le respondió: “Si los hijos de los pueblos de Catamarca quieren cubrirse de gloria y dar laureles a su provincia, que vengan a unirse a los jujeños salteños, tucumanos y santiagueños, que con el mayor brío intentan sostener los derechos; y vuele a tener parte con el ejército de mi mando en los derechos que adquirirá con las victorias a las atenciones de la Madre Patria y del Excelentísimo Gobierno que la rige”.

Nueve días después de la Batalla de Tucumán, nuestro cabildo recibió un oficio fechado en Tucumán el 27 de septiembre en el cual “don Manuel Belgrano, General en Jefe de los Ejércitos de la Patria, comunica la Gloriosa y completa victoria que ha conseguido con el de su Mando el día veinte y cuatro de dicho mes en la Ciudad del Tucumán…”. Por ello, el Cabildo resolvió celebrar una misa con tedeum en la Iglesia Matriz, más la iluminación de “los parajes públicos”, para celebrar las noticias enviadas por el general Manuel Belgrano.

A raíz de estos apoyos que se brindan a la causa revolucionaria, y como testimonio de agradecimiento de Belgrano, es que los catamarqueños serán exceptuados del pago de un tributo personal obligatorio que el Congreso de Tucumán había impuesto, en agosto de 1816, a los habitantes de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Mota Botello recibe un reclamo de los vecinos de nuestra ciudad pidiendo la exención del pago de ese impuesto. Éste apeló a la comprensión de su amigo Manuel Belgrano, quien a su vez intercedió ante el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredon, diciéndole: “Estimulado de los clamores del Valle de Catamarca por lo insoportable que es a aquellos vecinos y habitantes la contribución personal impuesta por el Soberano Congreso… me ha representado el gobernador intendente de esta Provincia… me preste a su suspensión por los motivos poderosos de miseria escasez, situación lastimosa de la mayor parte de aquel vecindario…”. Y lo solicitado fue concedido, resultando un alivio para la alicaída economía catamarqueña de ese momento.

Para continuar refiriéndonos a la relación de Belgrano con nuestra Catamarca, nos preguntamos, en algún momento de nuestra investigación, si el Creador de la Bandera pisó suelo catamarqueño. Un testimonio significativo encontramos en Piedra Blanca, en una iglesia construida por 1715 y bendecida en 1862. Es la Capilla de Nuestra Señora del Rosario, que fue declarada Monumento Histórico Nacional el 12 de agosto de 1941. Allí, según se lee en una placa, cuando Belgrano se alistaba para realizar la Campaña del Norte, hizo celebrar un tedeum. Es factible preguntarnos si Belgrano participó de la ceremonia religiosa o solamente la solicitó. Pero aún no hemos ubicado documentación que lo acredite.

Y en este contexto, recurrimos a la tradición oral sobre el baile de La Condición, que es otra línea de investigación referida a esa posible presencia de Belgrano. Esta tradición refiere que, en una reunión social en nuestra ciudad, en la residencia familiar de Feliciano de la Mota Botello, ubicada en la actual calle Esquiú, entre Rivadavia y Salta, Manuel Belgrano bailó esa histórica danza con Luisa Isabel de la Mota Botello, hija de su anfitrión y amigo. Precisamente, entre los descendientes de Luisa Isabel se transmitió la afirmación de haberse realizado el baile de La Condición en nuestra ciudad de San Fernando de Catamarca.
Para finalizar, digamos que la última carta que se conoce de puño y letra de Manuel Belgrano está fechada el 9 de abril de 1820 y el destinatario es su compadre y amigo catamarqueño Celestino Liendo. De nuestras investigaciones surge que Liendo era tío de Dolores Helguero, con quien Belgrano tuvo una hija, Manuela Mónica, sobrina nieta y ahijada de Celestino Liendo. Le decía Belgrano en esa carta: “Mi muy querido cumpa… no he podido escribir, por mis males y porque, además, las incomodidades del camino no me lo han permitido; ya hoy me hallo con algún más descanso y podré repetir lograr esta satisfacción, si mis enfermedades siguen con el alivio que ahora, pues he logrado tener algunas más fuerzas, apetito y alivio…”. Y se despide “con el afecto de la amistad de su afectuosísimo Manuel Belgrano”.

Poco más de dos meses después, el 20 de junio de 1820, el Padre de la Patria y Creador de la Bandera moría en su casa natal, en Buenos Aires.

De esta manera, a través de nuestro trabajo de investigación, nos adherimos a las conmemoraciones en este Año Belgraniano por excelencia.