Trabajo Social y Derechos Humanos: Desafíos de una profesión andante en el contexto actual

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Es propicio recordar que el año 2012 se decidió resignificar la Profesión del Trabajo Social, otorgarle un nuevo horizonte de sentido, para vincularlo de manera definitiva a la reivindicación y defensa de los Derechos Humanos. En este sentido, como profesión, celebramos el Día del Trabajo Social Argentino en consonancia con la conmemoración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

El cambio del día del Trabajo Social para el 10 de diciembre significó y significa asumir una clara posición política e ideológica, colocando la cuestión de los Derechos Humanos como eje central del proyecto ético-político del colectivo profesional y como gran horizonte que da sentido a las prácticas profesionales, sin negar que esta cuestión tiene múltiples interpretaciones.

Siguiendo el espíritu y el horizonte de la Ley Federal del Trabajo Social N° 27.072 establece como principios rectores del Trabajo Social en Argentina a los Derechos Humanos, la justicia social, la ciudadanía y la forma de vida democrática. La ley significa para la profesión una aspiración del colectivo profesional y una bandera de lucha que viene de décadas. La ley establece el marco como profesión basada en la práctica y una disciplina académica que promueve el cambio y el desarrollo social, la cohesión social, y el fortalecimiento y la liberación de las personas. Los principios de la justicia social, los derechos humanos, la responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad son fundamentales para el trabajo social. Respaldada por las teorías del trabajo social, las ciencias sociales, las humanidades y los conocimientos indígenas, el trabajo social involucra a las personas y estructuras para hacer frente a desafíos de la vida y aumentar el bienestar.

En este sentido, nuestro quehacer profesional está orientado a conocer, analizar e intervenir, procurando transformar la realidad social con y desde las y los sujeto/as y sectores afectados por diversas formas de injusticia, discriminación y opresión social, requiere de saberes y conocimientos ligado a la (re)creación de sociedades de amparo y de cuidado, a la germinación de modos de producción social de la existencia basados en el respeto, como el cuidado de la vida y la biodiversidad, el sustento, la igualdad y la democratización de las relaciones sociales, la justicia social, la libertad y la generación de condiciones sociales de realización de las personas hacia el Buen Vivir.

Luego de la declaración de emergencia sanitaria por parte de la OMS frente al covid-19, el Ejecutivo Nacional adoptó medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio para evitar su propagación en nuestro país (Decreto 297/2020).

No obstante, en este contexto, hemos observado y vivido la profundización de los problemas sociales producto de las desigualdades estructurales que han impactado directamente en el deterioro social y económico consecuencia de años de políticas de ajustes, desfinanciamiento de lo público, endeudamiento, la precarización laboral, así como por la violencia sobre los cuerpos y territorios a través de la imposición continua de la extracción de energías vitales de la Madre Tierra, y la consecuente apropiación de bienes comunes por la maquinaria del capital.

Además, estamos viendo que si bien la crisis sanitaria afecta a todos y a todas, los más perjudicados son los pueblos originarios, campesinados, las mujeres, las infancias, adolescencias, juventudes, personas mayores, y colectivo LGTBIQ, razón por la cual se vuelve prioritario y urgente visibilizar estos impactos desiguales donde muchas veces los Derechos Humanos, son tan solo formales, no constituyéndose o habilitándose realmente los dispositivos, instituciones, recursos, y prácticas que sean capaces de hacer efectivo el ejercicio de tales derechos para tales sujetos/ as/ es sociales.

Al contrario, hemos observado lamentablemente como muchas veces son las mismas políticas económicas y de seguridad del Estado naturalizadas en el fantasma del desarrollo las que han violentado y siguen hoy violentando algunas de esas poblaciones de forma inmediata, vulnerando así tales derechos como condición para asegurarlos en otras poblaciones. Este es el caso, por ejemplo, de la instalación de proyectos mega mineros a gran escala en el país y nuestra provincia, que en este contexto no han cesado.

Por otra parte, sin embargo también, la emergencia sanitaria ubicó en agenda los temas de los cuidados y de la seguridad social, los valores de la solidaridad y los debates de la distribución y redistribución, tanto intergeneracional como generacional.

Más allá de ello, sin lugar a dudas esta pandemia permitió visibilizar todavía más que quiénes cuidan son las mujeres. Lxs mujeres y las niñxs son quienes limpian, cocinan y ayudan con las tareas de la nueva escolarización en casa. Pero no solo hablamos del ámbito del hogar: son las mujeres quienes cuidan como trabajadoras de la salud, de las organizaciones barriales que desempeñan en comedores y otras funciones que el Covid-19 nos está mostrando con naturalidad diaria.

En este tiempo se ha puesto en agenda la lucha por el reconocimiento de los trabajos de cuidados, la protección de las mujeres contra las violencias, la identificación de grupos expuestos a mayor vulnerabilidad, incluyendo las personas mayores, personas con discapacidad y niñas/os y adolescentes. También la afectación de los derechos a la salud (física y mental), vivienda, alimentación, educación, trabajo, privacidad, acceso a la justicia, y a la expresión e información.

Nos encontramos en un momento histórico, donde se pone en el debate el reclamo por la Interrupción Voluntaria del Embarazo, la Ley de Cupo Laboral Trans y el cese de los Femicidios y Travesticidos y los abusos sexuales de las instituciones eclesiales. Sigue siendo también, un momento en que la lucha de las asambleas de Pueblos Indígenas en defensa de los territorios, los cuerpos y la Agua, son parte de la agenda no solo locales sino también de nuestra América profunda.

Consideramos que estas y muchas otras demandas deben ser una bandera dentro del colectivo profesional para el fortalecer el sistema democrático y garantizar los derechos colectivos, de la Madre Tierra y humanos.

De acuerdo a esta perspectiva general, andante, y abierta; teniendo en cuenta los debates, y prácticas diversas del colectivo profesional, desde nuestra carrera de grado, en este periodo, estudiantes, docentes, y egresadxs estuvimos defendiendo un Derecho Humano fundamental, como lo es el acceso a la educación universitaria, pública, gratuita, laica y de calidad. Todxs de uno u otro modo, hemos coincidido en tener presente que el Trabajo Social aspira como profesión a ser parte de las transformaciones sociopolíticas del momento actual, constituyéndonos en sujetxs críticos que contribuirán desde el lugar en el que estamos siendo, para armar un mundo que será distinto, solo si trabajamos desde un espíritu democrático, problematizador e integrador.

Para tal tarea, no podemos sino, conocer cada día más, reconocer y tener de referencia, a la vez que aportar a las luchas de mujeres, feminismos y grupos de disidencia sexual, movimientos ambientales, campesinos e indígenas que colocan en debate la autonomía territorial, corporal, el deseo, los bienes comunes, denunciando las múltiples pedagogías de la violencia.

En este contexto, nuestra profesión nos exige avanzar en la calidad institucional, en la pluralidad de pensamientos, en la democratización de las relaciones profesionales, en el reconocimiento de la diversidad y heterogeneidad del Trabajo Social en nuestro país. Sabemos que esto constituye un gran desafío que de a poquito lo estamos realizando, y por eso creemos que un paso muy importante y transcendental para afianzar este rumbo ha sido y es, la fijación histórica por una nueva fecha como Día del Trabajo Social en Argentina. Esta fecha tiene el mérito de abrirnos puertas para discutir el modo de inclusión de todxs en nuestra profesión atravesada también, por las desigualdades y marcas socio territoriales del país y el mundo en el que vivimos en este momento histórico tan significativo.

Finalmente, en la misma dirección de lo planteado anteriormente, queremos enfatizar que este año estuvimos al frente de un desafío único, nos reinventamos a partir del oficio; pensando en acompañar, sostener, aportar. Multiplicamos los espacios de reflexión, escucha, escritura, abrazando la virtualidad, extrañando el cuerpo a cuerpo, pero intentando estar cerca. Así, desde esta fuerza, queremos seguir constituyendo un trabajo social situado, crítico, profesional. Solo así pensamos que será posible volver a celebrar como nos gusta con toda la corporalidad y el disfrute que merecemos.

Docentes de carrera Lic. en Trabajo Social
Esp. Roxana Paez – Lic. Esteban Pereyra – Lic. Alejandro Gutiérrez Saracho – Dra. Belén Verón Ponce
Departamento de Trabajo Social
Facultad de Humanidades - UNCa