Aporte académico para un movimiento transformador
El fenómeno de la violencia de género es histórico y hunde sus raíces en una sociedad que está configurada según desigualdades injustas y manifiestas, con dispositivos de discriminación, explotación y dominación sobre las mujeres. Durante siglos esa lógica de construcción social no fue cuestionada, al menos abiertamente, sino justificada y naturalizada, incluso por las propias víctimas, a partir de diferencias biológicas que terminaron determinando la organización de un sistema asimétrico de poder, roles, posiciones sociales y reconocimiento de derechos en desmedro siempre de las mujeres.
La lógica de construcción social basada en tales inequidades empezó a cuestionarse con fuerza recién a principios del siglo pasado, pero no ha sido sino en los últimos años que los movimientos feministas han logrado colocar en los primeros planos de la agenda pública la necesidad de transformar de raíz la sociedad patriarcal y eliminar toda forma de violencia de género, cuya expresión más feroz es el femicidio.
En la Argentina la conciencia social respecto de la necesidad de combatir con nuevas herramientas la violencia de género fue evolucionando con mayor vigor desde la aparición del colectivo Ni Una Menos. Desgraciadamente ese crecimiento de la conciencia social tuvo como disparadores a aberrantes casos de femicidios. El de Micaela García, ocurrido en 2017, fue el detonante para la sanción de la ley que lleva el nombre de la joven asesinada y que establece la capacitación obligatoria en la temática de género y violencia contra las mujeres, para todas las personas que se desempeñen en la función pública.
La aplicación de la ley, aunque no se cumple todavía según lo establecido en su articulado, ha sido un avance significativo. Pero una reflexión más profunda sobre la naturaleza de la sociedad patriarcal y respecto de cómo desmontar sus mecanismos se presenta como un desafío que debe acometerse. Un aporte en ese sentido empieza a tomar vuelo en Catamarca: la Facultad de Humanidades de la UNCA acaba de poner en marcha un posgrado, la Especialización en Políticas Públicas sobre Género y Violencia de Género, que se presenta como un ámbito específicamente dedicado a la formación de profesionales, docentes e investigadora/es en Políticas Públicas de Género. Los objetivos son “fortalecer las capacidades sociales e institucionales para el abordaje integral de las huellas de la violencia patriarcal en nuestra sociedad local”, y además promover la gestación y promoción de políticas de género “basadas en los principios de reciprocidad, justicia, respeto igualitario de derechos humanos fundamentales, respeto de la diversidad y la autonomía de las personas y la convivencia social democrática y exenta de cualesquiera formas de violencia”.
El aporte académico, que no puede realizarse en laboratorios cerrados sino enlazados fuertemente con la práctica social que se inserta decididamente en una realidad ominosa, suma reflexión y sistematicidad a un movimiento social que llegó para quedarse, pero fundamentalmente para transformar la realidad.